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lunes, 18 de abril de 2011

La Conquista I

La Malinche
Cuando Cortés llegó en 1519 a las costas de Tabasco tras la victoria, lograda gracias al espanto que produjeron los caballos, vino la paz, que los indios hicieron, según su costumbre, entregando a las mujeres a los antiguos enemigos. Entre ellas estaba una joven mexica. Bella mujer, Malintzin, Marina o Malinche, se bautizó como Marina, la joven amante de Cortés quien a veces no tenía reposo a fin de complacerla. Las relaciones entre Malinche y Cortés fueron muy estrechas, convirtiéndose la muchacha en intérprete y consejera del conquistador. Una vez acabada la conquista Cortés decidió casarla con uno de sus capitanes, no sin antes reconocer al hijo nacido de su relación, Martín Cortés.
En la historia de México Malinche se convertirá en un símbolo del indio seducido y abandonado, dando lugar al término malinchismo, con el que se señala la entrega a lo que viene de fuera y la incapacidad para valorar lo propio.
Esta visión -y exposición- del rol de Maliche o Marina en la historia mesoamericana es injusta y está siendo revisada y ponderada su intervención para evitar la masacre de los pueblos mesoamericanos.
Tomado de:


La Maldición de Malinche

Escrito por Gabino Palomares

Del mar los vieron llegar
mis hermanos emplumados
eran los hombres barbados
de la profecía esperada.

Se oyó la voz del monarca
de que el Dios había llegado
y les abrimos la puerta
por temor a lo ignorado.

Iban montados en bestias
como demonios del mal
iban con fuego en las manos
y cubiertos de metal.

Sólo el valor de unos cuántos
les opuso resistencia
y al mirar correr la sangre
se llenaron de vergüenza.

Porque los dioses ni comen,
ni gozan con lo robado
y cuando nos dimos cuenta
ya todo estaba acabado.

En ese error entregamos
la grandeza del pasado
y en ese error nos quedamos
trescientos años esclavos.

Se nos quedó el maleficio
de brindar al extranjero
nuestra fe, nuestra cultura
nuestro pan, nuestro dinero.

 Y les seguimos cambiando
oro por cuentas de vidrio
y damos nuestra riqueza
por sus espejos con brillo.

Hoy  en pleno siglo XX
nos siguen llegando rubios
y les abrimos la casa
y los llamamos amigos.

Pero si llega cansado
un indio de andar la sierra
lo humillamos y lo vemos
como extraño por su tierra.

Tú, hipócrita que te muestras
humilde ante el extranjero
pero te vuelves soberbio
con tus hermanos del pueblo.

¡Oh, Maldición de Malinche!
¡Enfermedad del presente!
¿Cuándo dejarás mi tierra?
¿Cuándo harás libre a mi gente?

Gabino Palomares

Cantante mexicano nacido en San Luis Potosí.

Gabino Palomares recuerda muy bien el comienzo del canto nuevo: "El movimiento del 68 influyó a muchos. En 1975 cobró auge la nueva canción por la migración latinoamericana a México. Fueron tiempos del gorilato, así que había muchas historias que contar.
"Otro elementos importantes fue que un grupo numeroso de conjuntos y solistas comenzó a apoyar al Partido Socialista, lo que marcó el inicio en México del canto nuevo, el cual estuvo marcado por una línea de protesta, postura eficiente para dar a conocer la situación del país".

Las letras de Gabino Palomares hablan sobre el consumismo y la injerencia extranjera; la falta de compromiso del gobierno o los empresarios para con el pueblo, cuestiona las acciones emprendidas durante por lo menos tres sexenios y el permanente sacrificio de la clase trabajadora.

"Quisiera que mis canciones ya no estuvieran vigentes, porque eso querría decir que el país habría superado sus problemas. El mundo ha cambiado, México no gran cosa. Seguimos viviendo la herencia de la Malinche, recibiendo con grandes honores al extranjero, brindándole toda nuestra riqueza y despreciando al indígena que llega a nosotros cansado de andar la sierra.


Tomado de:


Amparo Ochoa

Nacida en el ingenio azucarero de Costa Rica, Sinaloa, Amparo eligió inicialmente el magisterio como profesión, se desempeño como maestra rural en La Palma, Villa Angel Flores y Tierra Blanca en su estado natal y aunque dejó la labor docente para estudiar música, nunca perdió la "textura y sencillez de la profesora de escuela".

Su vida fue la música, a la que se dedicó de lleno desde 1969, incorporándose al movimiento del Canto Latinoamericano. Quién no la recuerda interpretando "La maldición de la Malinche", "A que le tiras cuando sueñas mexicano", "Jugar a la vida", "El barzón", "Jacinto Cenobio", "Te quiero" de Benedetti, y muchas, muchísimas más que sería imposible ennumerar aquí.

Miembro de una generación de intérpretes y compositores que tuvo su origen en la década de los sesenta, Amparo Ochoa emergió desde un principio como la gran figura de la entonces naciente Nueva Canción.

Los 25 años de su trayectoria artística fueron marcados por el signo de una entereza inquebrantable.

Fiel a sus ideales, asumió con profunda responsabilidad el llamado de su propia conciencia para ir de pueblo en pueblo, de plaza en plaza, de lugar en lugar y dejar en cada parte su testimonio de lucha, la convocatoria a conquistar un mundo más justo, a no deponer la dignidad y a ondear siempre la bandera libertaria.

El hecho de que desde pequeña en su tierra natal, Sinaloa, sus familiares la hayan rebautizado con el nombre de "Vida", encierra en sí un símbolo que va más allá de la llaneza de un apodo, pues es la vida lo que departió en cada canción que interpretó.

Ya lo dijo Elena Poniatowska: "Al igual que otros toman su fusil, Amparo Ochoa va con su voz anunciando la buena nueva, pregonando el día de la liberación, el día en que nadie sea esclavo y que a ningún niño le falte su cometa".

La firmeza de sus principios la alejaron de intereses comerciales y de afanes protagonistas, sacrificando así la posibilidad de la fama y el dinero a cambio de su gusto por cantar a la tierra, al amor y al desamor, a los retos del hombre y de la mujer, a las tradiciones y costumbres, a los injusto y a la esperanza. Y lo hizo con una diversidad musical tan amplia que sólo puede reconocerse en voces que, de tan prodigiosas, resultan extrañas.

Amparo Ochoa es más que la nueva canción, es más que el folklor o el neofolklor. Amparo Ochoa es su actitud, lo suyo como mujer, como madre, como hija, como hermana; como ciudadana del mundo esparciendo el lenguaje de la solidaridad; como vocera y representante fiel de los más caros anhelos de todos los pueblos. No es gratuito que el cancionero popular universal la registre como uno de sus principales exponentes.

Amparo Ochoa falleció en 1994. Sin embargo su estilo abierto, carácter y gallardía se mantienen vivos en todos y cada uno de sus discos, invaluable legado cultural que trasciende la etiqueta de canciones al erigirse como documentos vivos, pues en ellos están expresados el dolor, la alegría, el coraje, la pasión y la ilusión, no sólo del pueblo mexicano, sino también el de toda América Latina, o el del viejo continente, a donde llevó la hermandad de estas tierras.

Esa es su herencia y a la vez su voz de presente.


Tomado de:




1 comentario:

  1. pues sobre la cancion de "la maldicion de malinche" pienso que tiene mucha razon pues cuando vemos a un indigena nos avergonzamos de ellos y a veces hasta lo humillamos en cambio llega un gringo y lo tratamos con lo mejor

    Lorena hernandez villasana 2ª3

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